Olga

Qué mucho le llevaste
a mi vida, las ganas,
y ni siquiera
volviste la mirada.
No estabas sola
¡otro te acompañaba!
Yo, para no mirarte
tapé la cara.
Dije adiós en silencio.
Pasó... sin que tú lo notaras.

Dije adiós ¡para siempre!
y disfracé mis lágrimas.
No quise que me vieras.
No pude ser tu lástima.

José Vidal – Pepín 2007 ©

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